Seguridad: la caída anunciada que frenó un conflicto institucional

 

Por Norberto G. Asquini

Finalmente cayó el ministro de Seguridad de La Pampa. Los motivos son conocidos, y a pesar de las polémicas constantes durante su función, esta vez hubo razones de más peso que llevaron a esta definición, ya que sus maniobras llegaron a afectar la institucionalidad de la provincia con la desautorización directa al jefe de la Policía provincial. Con el nombramiento del nuevo titular de la cartera, el gobernador Carlos Verna hace más homogéneo su gabinete y apuesta a una figura componedora.

La permanencia del ex ministro de Seguridad, Juan Carlos Tierno, en su cargo había sido por conveniencia política. Tuvo una sobrevida de algunas semanas, pero como se ha dicho desde que asumió, su final ya estaba escrito. No hay que engañarse tampoco como pretenden algunos periodistas y cierta militancia: parte de la población todavía compra su discurso de punitivismo populista, más mesiánico y aparatoso que práctico, que tiene como base demandas auténticas. Tierno es el funcionario que proclama orden y control, pero que en su vida cotidiana carece de estas aptitudes. La novela que observaremos de aquí en adelante también será una serie de obviedades, aunque devaluadas por el paso del tiempo y de la sorpresa de otras veces: ahora comenzará a lanzar acusaciones contra Verna, se refugiará en Diputados y será candidato en 2019. ¿Tendrá algún destino nacional? Este fin de semana ya había dirigentes de Cambiemos que se contactaron con él.

 

Una decisión que llegó demasiado lejos

 

Esta vez su última puesta en escena llegó más lejos que las anteriores. Ya habíamos hablado de una escalada permanente de declaraciones incómodas para el PJ desde hacía algunos meses. En abril había atacado directamente al presidente del partido, Rubén Marín, socio estratégico del gobernador. Con la decisión judicial de avalar el fallo de primera instancia en su contra por abuso de autoridad, parecía que Verna lo iba a sacar de su cargo, si bien todavía podía apelar la decisión judicial. Una mañana hubo una reunión, y la definición se congeló. Para entonces, en las oficinas cercanas a la del gobernador se hablaba de un reemplazante, que luego sería el número puesto.

¿Por qué esta vez fue más lejos? Porque la provocación no solamente fue dirigida al gobernador Verna al intentar amonestar a un funcionario de alto grado y cercano en lo político; sino institucional, al desautorizar al mismo jefe de Policía, Roberto Ayala.

La historia del viernes 1 de junio es conocida. Confirmada la novedad de que el ministro iba a amonestar a Ayala, el jefe de Policía fue convocado a las 8 a la oficina del mandatario, Verna llamó minutos después al ministro y le dijo que presentara la renuncia antes de las 9.30 y si no sería echado, y a las 9 llamó a su reemplazante, el intendente de Eduardo Castex, Julio «Tato» González. Media hora después firmaba la destitución.

 

La relación que se quebró

 

La relación entre Tierno y Ayala se había quebrado hace meses. Si es que en algún momento fue buena. De hecho, el ex ministro y su esposa diputada, que visitaban seguido el edificio de la Jefatura, ya no pasaban por allí desde hace un año.

Tierno había quedado al margen de las decisiones dentro de la fuerza de seguridad. Ayala directamente consultaba con Verna o con un ministro que hacía de interlocutor las definiciones y políticas en seguridad que se aplicaaban por sobre el ministro que se había convertido en un estorbo. Tierno participaba de operativos y hacía reuniones, pero las definiciones pasaban por el jefe. La relación institucional se había roto cuando Tierno, comenzó a realizar de manera invasiva ascensos y traslados de policías sin pasar por Jefatura, hasta emitiendo órdenes contrarias a lo que pensaba el mismo jefe de la fuerza y pasando por sobre su autoridad y competencia. La relación no podía ser más complicada, sobre todo cuando Ayala fue siempre un hombre de confianza en materia de seguridad del mandatario.

 

El cambio de rumbo en Seguridad

 

La decisión de echarlo en pocas horas mostró que preservar la relación política con el ex ministro ya no era políticamente necesaria. Se había convertido en una molestia y ya se presentía el cuchillazo en la espalda a la gestión. Todo hace pensar que también la decisión de Tierno de desautorizar al jefe de Policía pudo haber sido para provocar la reacción del gobernador y victimizarse con la situación.

La designación de «Tato» González como nuevo ministro de Seguridad hace más homogéneo al gabinete. El nombramiento del intendente puede ser tomado como un gesto de Verna hacia los jefes comunales del PJ y un guiño al Club de los 40 que esperan la renovación generacional. Hay también una historia personal entre el gobernador y González que ha sido de cercanía política y es un reconocimiento a un dirigente en el que confía y con el que contó en los momentos difíciles de la interna justicialista. Y una apuesta a una figura componedora como ministro para «lavar» el antecedente conflictivo del paso de Tierno. Tanto que el nuevo titular de la cartera tiene buena relación con Ayala, con quien ha compartido algunos asados en su localidad.

Veremos cómo continúa la historia. Por ahora, no son pocos los contentos con la definición del mandatario.