Donald Trump ganó las elecciones y es el nuevo presidente de Estados Unidos

El republicano Donald Trump se impuso en las elecciones presidenciales de Estados Unidos , y se convertirá en el 45º presidente del país, un desenlace sorpresivo para una de la campañas más hostiles y divisivas que se recuerden, y la coronación de una revuelta populista y nacionalista contra Washington .

Su rival, la demócrata Hillary Clinton , lo llamó en la madrugada para conceder la derrota.

El sorpresivo batacazo de Trump, un cataclismo inédito en los 240 años de vida de la democracia de Estados Unidos, sacudió a los mercados financieros, dejó incrédulo a medio país y al «establishment» político, económico y cultural del país, y puso en riesgo la supervivencia del legado de Barack Obama .

Los republicanos tendrán un amplio poder durante los próximos años, ya que además retuvieron el control de ambas cámaras del Congreso.

El voto popular arrojó una elección reñida y cerrada, como anticipaban algunos sondeos. Trump obtenía el 47,8% de los sufragios, o poco más de 58 millones de votos, contra un 47,4% para Clinton. En el Colegio Electoral, el órgano que elige al presidente, Trump obtenía 279 votos, nueve más de la mayoría de 270 necesarios para capturar la Casa Blanca .

Con esos resultados, Trump, el magnate inmobiliario devenido en el «outsider» que pateó el tablero político de Estados Unidos y lideró un movimiento contra el «establishment» de Washington, incluido el propio Partido Republicano, dominó la elección, y tras una campaña divisiva, hostil y desgastante, terminó por darle forma a un histórico y contundente triunfo que sumió en la tristeza a los seguidores de Clinton, quienes daban casi por descontado un triunfo.

«Estoy decepcionado. Hoy ganó el racismo, la xenofobia y el sexismo», lamentó Dante Morelli, uno de los seguidores de Clinton que se acercó al búnker demócrata, que en tan sólo unas horas pasó de la alegría a la desazón. Una fiesta devenida en calvario.

Trump ganó en Florida, Ohio, Pensilvania y Wisconsin los «estados pendulares» más importantes, y los que le brindaron la ventaja casi decisiva para los 270 votos que necesitaba.

El mapa electoral de la elección presidencial dejó las divisiones de Estados Unidos a la vista: Clinton aparecía mejor posicionada en las costas cosmopolitas, donde late la «nueva economía», mientras que Trump se impuso en los estados del centro rural el sur del país, y en «Rust Belt», la región que más ha sufrido el éxodo de fábricas que provocó la globalización, y la pérdida de empleos por los avances tecnológicos.

Ni sus insultos, ni las acusaciones de acoso sexual en su contra, ni sus polémicas declaraciones -públicas o privadas- o las críticas por el mensaje xenófobo, racista y nacionalista de su campaña, o el rechazo del propio Partido Republicano, la prensa y el «establishment» político y económico del país frenaron el fenómeno Trump.

Su triunfo fue un acto solitario. Trump lideró una campaña errática, mucho más pequeña que la de Clinton, sin el respaldo de su partido, y tampoco contó con el respaldo de grandes donantes. Todo el peso de su cruzada por el poder recayó sobre sus hombros y su familia.

Denostado por la elite del país, Trump tocó una fibra en la sociedad de Estados Unidos y construyó un movimiento formado, mayoritariamente, por trabajadores blancos, sin título universitario, que se han sentido relegados y dejados de lado por el progreso del país en los últimos años.