Herencia de Rufino Otero: firmaron acuerdo y Eva Paole fue compensada económicamente

La historia novelesca de la herencia de Rufino Otero, que incluyó hasta el robo de su cadáver, llegó a su fin. Eva Paole, la jubilada de General Acha que reclamaba la herencia multimillonaria del empresario fallecido en los ’80, finalmente firmó un acuerdo extrajudicial y fue compensada económicamente, publicó el sitio Diario Textual.

Eva, ya de 78 años de edad, fue compensada económicamente con una cifra no revelada aún. La herencia original incluía 50 mil hectáreas de campos, edificios en Acha y Buenos Aires y miles de cabezas de vacunos y ovejas.

El dato del acuerdo, que se mantuvo en secreto durante los últimos tres años, fue confirmado por Diario Textual. «Nos cansamos de litigar y firmamos un acuerdo, malo», dijo hoy Horacio Juárez, uno de los hijos de la mujer.

La pelea de Paole por su identidad y la fortuna de Otero comenzó en agosto de 1999. Fue cuando su hijo Miguel escuchó el rumor de que su mamá podía ser hija de Rufino Otero en una parrilla del pueblo. «Mirá esos muchachos, qué mal la están pasando. Y lo bien que podrían estar con la plata de Rufino Otero», le dijo a un amigo Francisco «Pancho» Larzábal. Esas palabras fueron confirmadas con los dichos del piloto de Otero, Domingo Blanco y de Casilda Vivas, una tía de Eva.

El caso se dilató en el tiempo. En el medio, el cadáver de Otero fue profanado y se tuvieron que realizar ocho análisis genéticos –con otros familiares de Rufino Otero- para determinar si era o no su hija.

En septiembre del año 2012, el juez Carlos Soto estableció que Eva era la única hija del multimillonario estanciero que había fallecido hacía tres décadas: su madre, Josefa Paole, había mantenido una relación sentimental con el hacendado, cuando era mucama en uno de sus campos.

El caso, luego de la apelación realizada por los demandados, llegó a la Cámara en lo Civil de La Pampa. También confirmó que Eva era hija de Otero. Cuando el caso estaba por llegar al Superior Tribunal de Justicia, hubo un acuerdo extrajudicial y así –tanto la demanda penal como la civil- fueron archivadas.

Entre otros bienes, Rufino Otero dejó al morir unas 52 mil hectáreas, miles de animales y un departamento en Buenos Aires. Al morir Otero, en 1983, a Eva le hubiese correspondido el 50 por ciento de esos bienes, en tanto que la otra mitad a Elisa Arenaz, la viuda del hacendado.

En 1991, Arenaz dejó la herencia a su sobrino Darío Sarasola. En 2007, este empresario falleció en Buenos Aires y la fortuna fue heredada por su viuda Graciela Cabantoux y sus dos hijos. Poco después se conoció que, entre junio y diciembre de 2006, había vendido unas 26.000 hectáreas a una sociedad anónima desconocida. También vendió siete inmuebles y cuatro campos.

Se habrían vendido al menos la mitad de los bienes originales, dijeron fuentes cercanas a Eva. El temor era que siguieran enajenando bienes, por lo que decidieron firmar un acuerdo extrajudicial.

«El caso de mi madre se terminó hace tres años», dijo Horacio. «Es un caso terminado. En la Argentina nunca terminás conforme, pero se terminó por agotamiento… Hubo un acuerdo malo, pero se tuvo que hacer… No nos quedó otra», expresó.