El corazón de Sudamérica se quema a un ritmo récord

En Brasil, la extensión de los incendios que padece obligó a algunos estados amazónicos como Amazonas y Acre a declarar situación de emergencia o alerta ambiental debido al efecto que las grandes humaredas tienen sobre las enfermedades respiratorias e incluso el tránsito aéreo.

Se trata del bosque tropical más grande que existe, alberga innumerables formas de vida que aún desconocemos y quien sabe cuantos secretos más. Con sus fascinantes paisajes e inmensa biodiversidad, su territorio desborda interés para la ciencia.

De hecho, los incendios forestales que padece Brasil en lo que va de año no tienen precedentes desde que en 2013 comenzó a monitorearlos desde el espacio.

¿Cuál es la causa principal? La proliferación de los incendios tiene su origen en la deforestación. En lugar de selva, el poderoso sector agropecuario brasileño, que siente que tiene carta blanca con la llegada a la presidencia de Jair Bolsonaro, quiere grandes áreas de pastoreo o sembrado. La deforestación ha cobrado un fuerte impulso con la llegada del ultraderechista y se ha incrementado un 273%. Con Bolsonaro ha aumentado la ocupación ilegal de tierras de la selva y su deforestación permite especular y venderlas.

Los datos recabados por la agencia espacial de Brasil señalan una deforestación de 4.565 kilómetros cuadrados, lo que supone crecimiento en la desaparición de su superfície de un 15% respecto al año anterior. La información recogida por los satélites es clara: cada minuto se deforestan un territorio igual a un campo de futbol.

“Los incendios tienen siempre un origen humano. El fuego es utilizado para limpiar zonas que ya han sido deforestadas, para abrir pistas o para preparar tierras para la agricultura”, explica Paulo Moutinho, investigador en el Instituto de Investigación Medioambiental sobre la Amazonia (IPAM).“Muchas veces, la falta de prevención hace que esos incendios se propaguen a zonas que no estaba previsto quemar y el fuego solo se frena por la lluvia o por encontrar barreras de vegetación más densas y más húmedas”, añade.

El ministro brasileño de Medio Ambiente, Ricardo Salles, atribuyó el alza en el número de incendios a la sequía. Sin embargo, los expertos rechazan esa explicación. “En el 2019 no ha habido una sequía tan severa como en años anteriores y sin embargo hay muchos más incendios”, explica Moutinho.

En el Amazonas, las llamas actúan a nivel del suelo pero eso basta para matar a árboles muy grandes. Los árboles muertos pierden sus hojas, lo que hace que entre más la luz del sol en la selva, lo que hace que la vegetación se vuelva más inflamable. En el mejor de los casos, es decir, si no hay más incendios, se tardan varias décadas en recuperar la misma densidad de vegetación. En algunas zonas quemadas, el espacio es invadido por especies vegetales de zonas más secas e impide que regrese la vegetación que había antes.

¿Qué impacto tiene esa devastación?

«Con un 5% adicional de destrucción adicional de la Amazonia podremos provocar cambios irreversibles que afecten el régimen de lluvias en el resto del país. Las inundaciones, la desertificación, los riesgos para la agricultura, los vientos extremos, la invasión de las zonas costeras por el mar y las olas de calor constituyen un drama anticipado», ha alertado el especialista Alfredo Sirkis, informa Abel Gilbert.