Bombera de Corrientes rescató a un nene de una casa rodeada por las llamas y le salvó la vida

Roxana Gutiérrez ingresó a la vivienda donde el niño de dos años estaba desmayado, lo sacó y junto a su compañero lo llevó al hospital. Sucedió en el Paraje La Bolsa, Corrientes, donde entre los incendios intencionales y la sequía los bomberos no dan abasto.

“Ayudeme, ayudeme! ¡Mi hijo de 2 años está adentro!”, pidió entre sollozos una mujer casi desvanecida, apoyada contra un poste y con rastros de hollín sobre su piel. Desesperada extendía su brazo y señalaba la casa rodeada por el fuego en el campo donde los bomberos Roxana Gutiérrez y “Tono” Lugo intentaban sofocar el incendio de un campo.

“No dudé ni un segundo en entrar a la casa. Cuando vi al nene, juro por Dios, pensé que estaba muerto”, dijo a una radio local la bombero voluntaria. Y aún consternada contó que el niño estaba sobre la cama, inconsciente y envuelto en un toalla húmeda.

“¡Su cuerpito hervía! Lo levanté y pedí a mi compañero que sacara la manga para ir directo al hospital porque no teníamos señal y no nos podíamos comunicar con nadie”, relató. Madre e hijo fueron trasladados al servicio de emergencias del hospital local.

La desesperación se apoderó de los bomberos mientras la mujer no paraba de llorar porque los minutos pasaban y el pequeño seguía inconsciente. En medio de esa escena dramática, el milagro: el niño comenzó a llorar. “Recién ahí sentimos tranquilidad porque vimos que por lo menos había reaccionado”, dijo emocionada.

Los dos quedaron bajo los cuidados médicos y los bomberos regresaron al campo para sofocar el siniestro que continuaba.

Roxana relató lo vivido: “Nunca nos dijeron que adentro de la casa había una criatura y una señora. Le pregunté al dueño del campo si había alguien y dijo que no. La casa estaba rodeada por las llamas, pero logramos controlar el fuego en ese lugar. Decidimos ir a la parte del campo para seguir apagando el incendio y volvimos a recargar la unidad, en ese instante vi a la mujer”.

Sin ocultar la emoción, lamentó no haber tenido tiempo de preguntarle a la mamá su nombre ni el del niño, y ahora no poder saber cómo siguen. “Solo pensamos en salvarlos y actuamos con velocidad”.

Emocionada, finalizó: “Será cuestión de la edad, pero tanto mi compañero como yo estamos un poco viejitos y salimos del hospital llorando. Cuando tuvimos que actuar, actuamos con la mente en frío, como que ahí no pasaba nada; pero después nos pegó muy mal lo que pasó. Seguimos apagando el incendio y no podíamos salir de la situación con este nene y la mamá”.