Declaró como víctima un vecino de Acha en el juicio contra los represores pampeanos

Un testigo, víctima de la represión ilegal durante la dictadura militar, declaró por videoconferencia desde General Acha en el juicio que se lleva adelante en Santa Rosa contra los represores de la Subzona 14.

Juan Carlos Haddad, que reside en la ciudad, relató en el juicio como cayó secuestrado y fue torturado por la Subzona 14, acusado del crimen de su esposa, del cual -se comprobó- era inocente, informó El Diario.

“Trato de olvidar esto porque ha sido una pesadilla y hay que seguir adelante”, finalizó este miércoles su testimonio Juan Carlos Haddad, una víctima que fue secuestrada y torturada por la patota de la Subzona 14, acusado del crimen de su propia esposa, del cual -se comprobó- era inocente.

Haddad relató que en febrero del ’78 lo detuvo el represor Roberto Fiorucci en Caleufú, donde trabajaba en el municipio. No hubo orden judicial ni tuvo acceso a un abogado. Lo trasladaron a Santa Rosa. Allí estuvo tres días parado, esposado, sin comida ni agua, en una pieza de la Brigada de Invetigaciones.

“Un día no aguanté más y me tiré al piso. Me daban agua con sal, siempre vendado y esposado. Me hacían preguntas y preguntas, distintas personas, recibí algunos castigos y amenazas. Como tenía los pibes bordó del derrame, mandaron a buscar un médico que me dio unas pastillas para que se me desinflamen”, contó.

Recibió la visita del capellán Celso Valla, un sacerdote que “ni se persignó, solo fue a preguntarme si yo había matado a mi señora”. Después lo llevaron a la Primera. “Me tuvieron alojado, incomunicado, y cada tanto Fiorucci me hacía llevar a una oficina y me tomaba declaración siempre por lo mismo. Un buen día me llevaron a Alvear a hacer una reconstrucción, ahí si iba a cara descubierta, esposado. Volví y cada tanto me volvía a llevar arriba”, continuó.

“Hasta que un día me llevaron a Alvear, ya habían pasado tres meses, y me informaron que había aparecido el asesino de mi señora. Quedé en libertad. Como no tenía ninguna constancia para el trabajo, mi padre tuvo que ir dos o tres veces hasta que le dieron una constancia en el regimiento de Toay firmada por (Roberto) Constantino”, completó.

Sobre las consecuencias que le acarreó la detención, dijo que lo que más le costó fue la recuperación de su niña. “El asesino la dejó con muchas marcas, se salvó de casualidad. Estuvo muchos años con sicólogo con cosas que todavía debe arrastrar”, cerró.

Foto: El Diario